viernes, 23 de marzo de 2007

'Repartió Fox Dinero a Raudales'

Tomado de una nota aparecida en el periódico norteño EL DIARIO el 5 de marzo del 2007:

Anabel Hernández
Random House Mondadori/ Grijalbo
Especial para El Diario

José Cosme Mares Hernández y Josefina Hernández Hass son una pareja de ingenieros que durante todo el sexenio y todavía durante los próximos años, dará mucho de qué hablar. Cortesanos del sexenio foxista, han dado y recibido a manos llenas, y si alguien es testigo de cómo se manejaron las cosas en Los Pinos desde el principio, son ellos.

No hay en el círculo de Vicente Fox ni en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes quien no conozca a este dúo de pequeños, pero ambiciosos constructores.

Cosme es originario de Valle de Santiago, Guanajuato, y quienes han sido sus colaboradores lo describen como un hombre bueno, discreto, recio, muy serio, y en cuestiones de trabajo muy estricto. Alto, robusto, de tez clara y ojos azules.

El matrimonio de Cosme y Josefina es la clásica fórmula del agua y el aceite. Si la pareja fuera un dúo de la lucha libre, podría decirse que Cosme es el técnico y Josefina la ruda. Y es ella quien lleva la voz cantante. Se estrenaron en el mundo de la construcción con dos camiones cuando se erigía el Palacio Legislativo de San Lázaro, pero donde hicieron dinero fue en la construcción de la Central de Abasto de la ciudad de México, en la que trabajaron como subcontratistas. Entonces comenzaron a hacerse de maquinaria.

Con el tiempo han diversificado sus negocios: tienen un rancho en Ciudad Obregón, Sonora, y granjas de camarón en Sinaloa.

En 2005 Josefina sufrió un shock causado por estrés --según diagnosticaron los médicos--, y cayó en coma durante tres meses, debatiéndose entre la vida y la muerte. Pasó más de cinco meses de recuperación interna en el hospital Médica Sur, de la ciudad de México.

Desde 2001 parecía molesta. Delante de sus colaboradores cercanos estalló y dijo estar harta de las exigencias de Martha Sahagún y Vicente Fox, que presuntamente estaban llevando a la ruina a ella y a su esposo.

“Estoy hablando con Martha: ya sacó las uñas; dice que Vicente necesita que lo ayuden, que ella tiene que pensar en él para tener dinero”, se quejó Josefina en una comida celebrada en Campeche en 2003.

La esposa de Cosme Mares Hernández acusaba a la primera dama, ante quienes quisieran oírla, de haberlos presionado para asociarse con el consorcio español Grupo OHL en la concesión de la autopista Amozoc-Perote, que el matrimonio Mares Hernández ganó en licitación pública en 2003.

Según algunas versiones, el presidente y su esposa se llevarían 500 millones de pesos de tajada del negocio.

Para esta investigación obtuve de manera directa el testimonio de trabajadores de las empresas de Cosme Mares --que colaboraron con la pareja durante más de 10 años--, quienes fueron testigos del presunto tráfico de influencias desde Los Pinos. Ellos narran en detalle los favores hechos por los Mares Hernández a Fox y su familia, y cómo a cambio de los contratos que el gobierno federal entregaba a los empresarios, la pareja presidencial esperaba dividendos económicos. El presunto tráfico de influencias habría llegado a involucrar incluso a la trasnacional española que en el último año ha ganado los principales proyectos de construcción del gobierno federal.

La congruencia de los dichos de estos testigos se corroboró en parte con información oficial y con testimonios de auditores que han trabajado con la Secretaría de la Función Pública tratando de develar el gran secreto que hay detrás de los más de 28 contratos simultáneos, por tres mil millones de pesos, entregados al matrimonio Mares Hernández, pese a que no cumplieron bien prácticamente ninguno de ellos, entre éstos la concesión de Amozoc-Perote.

Cuando Cosme Mares conoció a Vicente Fox, en 1995, era un modesto empresario de la construcción, propietario de la firma Fabricación y Colocación de Pavimento, S.A. (FACOPSA), creada el 14 de junio de 1989. Entonces su fuerte eran las 12 plantas de asfalto que tenía y que en el sexenio de Ernesto Zedillo le permitieron conseguir pequeños contratos de mantenimiento de carreteras.

Los caminos de Mares y Fox se cruzaron en Irapuato, en una gira del entonces candidato al gobierno de Guanajuato. Cosme se acercó a Lino Korrodi, encargado de las finanzas de la campaña, para cooperar económicamente. El apoyo entonces no fue muy importante, pero Cosme y Josefina hicieron buena amistad con Fox gracias a que contaban con toda la confianza y la amistad de un hombre muy cercano a él, su brazo derecho, el que lo metió al PAN, el verdadero gobernador de Guanajuato mientras que Vicente Fox se pasó sus cinco años de gobierno suspirando por la candidatura presidencial: Ramón Martín Huerta, fallecido el 21 de septiembre de 2005 en un supuesto accidente aéreo. (Comentario: Ramón Martín Huerta, al momento de su muerte, era un destacado integrante de la ultraderechista Organización Nacional del Yunque dentro de la cual había sido juramentado, lo cual era un hecho del conocimiento público comentado frecuentemente en los más importantes medios de comunicación. Persisten varias dudas en torno a varias circunstancias extrañas que rodearon su inesperada muerte, y desde el primer instante en que se confirmó que el helicóptero en que viajaba no había llegado a su destino se montó uno de los mejores operativos en la historia de México para demostrar "técnicamente" que detrás del extraño accidente no hubo absolutamente nada que comprobase que el accidente hubiera sido planificado previamente; esto es, que el helicóptero hubiese sido desviado intencionalmente por una alguna interferencia con los equipos electrónicos de navegación bajo condiciones de neblina.) Pocos lo saben, pero Cosme Mares y Ramón Martín Huerta eran compadres.

Siendo Fox gobernador de Guanajuato, su gobierno le otorgó a Cosme un contrato por 800 millones de pesos, uno de los más importantes de su mandato, para construir el Centro de Readaptación Social de León, proyecto que Mares no pudo concluir.

En FACOPSA trabajaban Cosme, Josefina y su inseparable hermano Rubén, quien es más fiel y cercano a Mares que a su propia hermana porque, según se comenta dentro de las empresas, vive del trabajo que le da su cuñado.

En la precampaña y la campaña presidenciales, Cosme y Josefina decidieron apostarlo todo a su amigo Fox, y periódicamente le entregaban dinero por conducto del licenciado Catarino Díaz Pineda, una especie de secretario particular de Rubén, Cosme y Josefina, según narran testigos.

“Él era el que llevaba dinero a Lino Korrodi en el apogeo de las campañas, y después de que pasó el 2 de julio (de 2000) siguieron mandando dinero para pagar pendientes que aún les faltaba subsanar”, afirma uno de los testigos.

Fox ganó los comicios, y Cosme y su señora estaban bien subidos al barco. No estaban dispuestos a que nadie los bajara, ni siquiera Martha Sahagún Jiménez, la pareja sentimental del presidente electo, con quien Josefina no tenía buena relación; más bien chocaban por su respectivo afán protagónico.

Cuando comenzó el sexenio, Vicente Fox estaba en la ruina (según quedó claramente demostrado en La familia presidencial. El gobierno del cambio bajo sospecha de corrupción). Entonces lograba ahorrar apenas diez mil pesos al año. Todo lo demás se lo gastaba en alimentación, vestido y atención médica para sus cuatro hijos --Ana Cristina, Paulina, Vicente y Rodrigo--, y lo que le faltaba se lo proporcionaba Lino Korrodi. Con el dinero de la campaña, y con el que siguió llegando después de que ganó la elección presidencial, pagaba desde el supermercado hasta las colegiaturas de sus hijos.

Cuando comenzó el sexenio, su rancho de San Cristóbal, en San Francisco del Rincón, Guanajuato, era una ruina. Un camino de terracería mal trazado era el acceso, y en la casa, muy deteriorada, no servía el drenaje. Cosme y Josefina no se despegaban de su amigo e iban a verlo con frecuencia. Un día Cosme le ofreció a Fox arreglarle el rancho.

--¡Tú velo! --fue la respuesta del Presidente electo, sin mucho ánimo, pero tampoco fue capaz de decir que no. Mares ya había hablado de ello con Martha Sahagún y ella estaba encantadísima.

La remodelación y el reamueblado de la casa corrieron a cargo del bolsillo de Mares. El responsable de la obra fue el arquitecto Jorge Hernández Paniagua, hombre de confianza de Cosme a quien encarga la construcción y remodelación de sus casas y las de sus amigos políticos y servidores públicos.

“La señora (Josefina) estaba acostumbrada a hacer y deshacer. Cuando se inició la remodelación del rancho de San Cristóbal, ella quería mandar, que las cosas se hicieran a su modo. Bueno, yo creo que estaba en su derecho: después de todo, ella lo pagaba”, refirió un testigo. “La remodelación del rancho le costó unos 30 millones de pesos a Cosme, contando los muebles que compró”.

En febrero de 2001 ya casi todo estaba listo; sólo faltaba la construcción de la alberca, pero no había tiempo, ya que era inminente la visita de George Bush.

Al principio, dicen, Fox se molestó porque un día le sacaron todos sus viejos muebles, llenos de recuerdos de los 20 años que había compartido con Lillián de la Concha, su exesposa, y en su lugar le pusieron un menaje de Roche Bobois, la elegantísima y carísima línea de muebles francesa. Pidió que volvieran a dejar sus cacharros como estaban. Después los elegantes muebles parisinos regresaron a las recámaras y a la sala de estar, y se quedaron allí.

“Díaz le va a llevar un portafolio con un millón de pesos, pero a mí no me pasan esas marranadas de Martha. Ahí están sus pinches recomendaciones. Si no vemos nada, se le va a acabar su pinche minita de oro porque ya agarraron de pendejo a Cosme”, comentó Josefina furiosa en uno de sus desahogos en los primeros meses de 2001.

Del capítulo III “Cosme Mares, el incondicional”